De movilidad, conexiones y desconexiones

Y es que estos días, no sé si relacionado con la Semana Santa, con las idas y venidas que se suponen y esperan (ejemplo: el movimiento esperado en el aeropuerto de Loiu, la sensación que comentaban hoy en la Red de tranquilidad en la Villa,  pero al tiempo el comienzo del festival Basquefest... para los que vengan y los que se queden) nos encontramos con dos tipos de noticias. Ya lo apuntaba hace poco más de dos años Julen Iturbe-Ormaetxe, en un post titulado "Internet ubicuo, trabajo ubicuo"; Julen, a quien leí por primera vez aquello de travacaciones --que también puede convertirse en trabacaciones, por cierto--.

Fer Figheras en Flickr

Una venía de Francia, y se refería a la limitación del tiempo de conexión; así lo titulaban en El País: "Prohibido conectar con la oficina". Casi al estilo de los conductores con los tacómetros, habrá períodos de desconexión obligatoria (11 horas consecutivas como mínimo al día, 35 en el fin de semana).

En sentido que podríamos considerar contrario, de dejar el aspecto personal en el tiempo de trabajo, +Alfonso Alcántara@yoriento, lo planteaba en un tuit
O este post con infografía en Trecebits: por qué es un error bloquear las redes sociales en el trabajo.

Es que lo del mobile, como casi todo, ni es blanco ni es negro. Incluso los libros o cuadernos podrían ser una "tecnología móvil". Ahora bien; en ningún caso hablan de desconectar la cabeza. Eso sí que me parece muy difícil; de hecho, siempre he admirado a quienes dicen que consiguen hacerlo. O a quienes consiguen estar pensando en las musarañas. Claro, que bien pensado, ya lo avanzaba en un tuit el otro día: cómo ha cambiado el concepto de estar en la nube.


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