Salvado por la lengua

Y no tiene que ver con esa especie de obsesión con que alguien que ha tenido un accidente no se trague la lengua, de la que advertía el otro día Rafa Olalde. Sino con la lengua que hablamos. O, tal vez, hablando con mayor propiedad, de las costumbres o hábitos lingüísticos, que, como suelo decir, son difíciles de cambiar.

Me llegó un mensaje vía Facebook Messenger. Quien me lo mandaba es conocido en 3D, no solo un "amigo de Facebook" (de los que se suele decir que son falsos amigos, aunque yo trato de que no sea así en mi caso, tal vez por la manías de la edad). 
Me preguntaba a ver si aparecía en un vídeo, del que se veía una especie de captura donde sí había una fotografía reciente mía: curiosidad y duda. Sospecha cuando me fijé en el elevado número de visitas que parecía haber tenido ese vídeo en You Tube. Claro que con eso de la viralidad en Internet vete tú a saber qué podía ser. 

Sin embargo la pista definitiva me la dio la lengua. Porque el mensaje estaba en español (algo así como "¿apareces en este vídeo") y mi lengua de relación habitual con esa persona es en euskera, tanto en presencial como en Internet. Al día siguiente, y utilizando una tecnología más antigua --el teléfono, jeje-- me confirmó que se trataba de un virus y que perdonase; a él se la habían colado, vía un remitente que es de total confianza. 

¿Perdonar? Bah, que lance la primera piedra quien nunca haya tenido ese problema o desliz, difundiendo virus o spam. Eso sí, teniendo en cuenta los consejos que da Elena Santos @chicageek en "7 pistas para reconocer un correo peligroso", atención, también, a lengua utilizada; como en este caso, nos puede salvar, porque todos los peligros no vienen de mensajes enviados por remitentes exóticos y mal traducidos.


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