Me desapunto

Me han dicho que un amigo ha decidido dejar de escribir en twitter. No me parece que sea la mejor solución ante un problema sobrevenido. Cierto es que hablar o escribir en caliente puede ser peligroso. Y es que los comentarios que se hacen en un entorno pequeño pueden tener más o menos recorrido según quienes lo escuchen, pero ay de un trino que se lanza al mundo mundial en twitter; la bola la echamos a rodar pero es difícil saber dónde acabará. Si además el tuit se propaga de manera automática por Facebook (de paso, mira que suelo insistir en que entiendo que son dos medios distintos y por tanto la comunicación debe ser distinta) ya está organizada. Ejemplos puse algunos en la charla que di en Maruri: la foto de la mujer de Cañizares, el tuit del jugador del Liverpool, la respuesta a una inocente pregunta de Javi Martínez (#pelisparaJaviMartinez llegó a ser trending topic)

Al margen de que puedan encontrarse  10 razones y más para desapuntarse, dejarlo o callarse es una salida que han tomado no pocas personas de un ámbito más o menos público cuando han tenido problemas de. Recuerdo los casos de los realistas Griezman e Iñigo Martínez (reseña en Mundo Deportivo) o que futbolistas del Athletic, como Llorente o Amorebieta, han dejado casi de tener actividad, o quien como el ya mencionado Javi Martínez que acaba teniendo más de una cuenta (hasta con distinto número en el nick, aunque algunos tuits coincidan y otros resulten extraños en el tiempo)

Entropik en Flickr
En mi opinión, mejor aprender de los errores (que lance el primer tuit quien no ha metido la pata en las redes) y ser consciente de que ese silencio, previo o sobrevenido, es también una parte de esa nuestra actividad que va conformando identidad y reputación digital. Porque, como ya he comentado más de una vez por aquí, hay días en los que el silencio también desafina.

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