Tánger-Tetuán, طنجة تطوان

Este año parte del período vacacional lo he pasado en Marruecos, más en concreto en la región de Tánger-Tetuán, su punta del norte por decirlo de modo gráfico. Así, teniendo como campamento base el Hotel Mandy, del amigo Iñaki --muy recomendable, por cierto--, nos hemos movido por la zona. Te cuento algunas de las impresiones personales, más allá de lo que puedas encontrar en las guías de viaje.

  • El desorden en el vuelo de Lisboa a Tánger: nunca había visto que las personas se vayan sentando donde les apetezca (y el último, a buscar sitio libre). Menos mal que el avión no era grande. 
  • Que en el aeropuerto de Tánger, el lugar de oración sea del tamaño de la cafetería (bueno, más apartado).
  • El complicado tráfico, con muchas rotondas y pocos semáforos.
  • Las desigualdades, diferencias y contrastes. Por ejemplo entre urbanizaciones privadas con guardas, campos de golf, lujosos proyectos previstos, y las personas que te encuentras vendiendo sus productos a pie de carretera o los puestos de venta ambulante en las ciudades --quizás esto último es lo que te imaginas cuando piensas en Marruecos--. O en los modos de vestir, cuando te encuentras a un hombre con chilaba, gorra de marca deportiva y calzando deportivas o una mujer mayor con chilaba y el pelo oculto hablando por un móvil.
  • El efecto que tiene el Ramadán en la vida. diurna y nocturna (y el aumento de la dificultad de poder tomarte una cerveza, por ejemplo. Nada que ver con Bélgica en este sentido)
  • Los altavoces en las torres exteriores de las mezquitas.
  • El azul del casco antiguo de Chaouen y los colores en la medina de Assilah.
  • La sorpresa de que nativos te hablen palabras en euskera (y fue más de uno en Chaouen); ver camisetas de la selección vasca ya hasta ni te extraña después de eso.
  • El regateo --ni Messi, vamos-- y la cantidad de "gorrillas", que casi parecen hacer la función de cuidadores de OTA --o que ésta no sea necesaria--.
  • Los taxis de seis plazas, más el conductor: dos adelante y cuatro atrás.
  • La incidencia de la frontera hispano-marroquí, con el movimiento de personas y mercancias.
  • La sensación de poca seguridad: puertas de los autobuses abiertas, los niños saltando a la poza en Chaouen, obreros en las obras, el rebaño que de repente cruza la carretera...
Algunas de las fotos que ilustran los comentarios.

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